Históricamente ha habido tres categorías de dinero: mercancía, crédito y fiduciario. El dinero de mercancía consiste en materiales de valor intrínseco, típicamente monedas de oro o plata, que tiene otro valor además de como medio de cambio. El oro y la plata tienen valores industriales, así como valores estéticos en, por ejemplo, joyería. El dinero crediticio se refiere a los pasivos de un individuo o empresa, normalmente en forma de depósito bancario. El dinero fiduciario es un crédito fiscal sin el respaldo de ningún activo tangible. En 1971 la administración de Nixon abandonó el patrón oro y adoptó un sistema monetario fiduciario. Bajo un sistema monetario fiduciario, el dinero es un medio de cambio convenido únicamente porque es necesario para el pago de impuestos.
Un sistema de dinero fiduciario implica necesariamente que el gasto nacional no está basado en los ingresos. El Gobierno no tiene más dinero a su disposición cuando esta en superávit que cuando está en déficit. No hay un límite financiero inherente. La cantidad de gasto, impuestos y préstamos tienen influencia en la inflación, el tipo de interés, la formación de capital, y otros fenómenos económicos reales, pero la cantidad de dinero disponible para el Gobierno es independiente de los ingresos por impuestos e independiente de la deuda pública. Por ende, el concepto de fondo de reserva federal bajo un sistema fiduciario es un anacronismo. El Gobierno no es más capaz de gastar dinero cuando hay un fondo de reserva que cuando no lo hay. Las únicas restricciones financieras, bajo un Sistema monetario fiduciario, son autoimpuestas.
El concepto de moneda fiduciaria puede ser ilustrado por un simple modelo: Asuma un mundo con un padre y varios hijos. Un día el padre anuncia que los hijos pueden obtener muchas tarjetas de visita por hacer diversos quehaceres. A este punto, los hijos no se preocupan en absoluto por acumular las tarjetas de visita de su padre porque su valor es virtualmente nulo. En cambio, cuando el padre también anuncia que cualquier niño que quiera comer y vivir en la casa debe abonar, digamos, 200 tarjetas cada mes, las tarjetas adquieren automáticamente valor y los quehaceres empiezan a hacerse. Se les ha otorgado valor al exigirse que se utilicen para saldar una obligación tributaria. Los impuestos sirven para crear demanda por el gasto federal de dinero fiduciario, no para recausar un ingreso en sí. De hecho, el impuesto creará demanda como MÍNIMO para esa cantidad de gasto público. Un presupuesto equilibrado es, desde el inicio, el MÍNIMO que se puede gastar, sin deflación continua. Los niños tal vez quieran ganar algunas tarjetas más de las que necesiten para el gasto de impuestos, así que el padre puede esperar que normalmente tendrá un déficit.
Para ilustrar la naturaleza de la deuda pública bajo un sistema de moneda fiduciario, el modelo de la moneda de la familia puede ser llevado al siguiente nivel. Suponga que el padre ofrece pagar un tipo de interés diario sobre las tarjetas acumuladas por cada hijo (pagadero en tarjetas adicionales). Los niños tal vez quieran acumular algunas tarjetas para usarlas entre ellos a su conveniencia. Las tarjetas que no se necesiten de un día para otro para transacciones entre hermanos probablemente serian depositadas en una cuenta con el padre. De este modo, el padre habría tomado prestadas algunas tarjetas de los hijos. Los depósitos de tarjetas constituyen la deuda pública del padre.
La razón para pedir prestado es mantener un tipo de interés mínimo a un día al ofrecer un lugar a los ahorradores donde ganar un interés. El padre tal vez decida pagar un tipo de interés alto para promover el ahorro. Contrariamente, un tipo de interés bajo desincentivaría el ahorro. En cualquier caso, la cantidad de tarjetas prestadas al padre cada noche equivalen al número de tarjetas que el padre ha gastado, pero no ha cobrado en forma de impuesto -el déficit del padre. Adviértase que el padre no está pidiendo prestado para financiar sus gastos, y que la oferta de pagar interés (financiar el déficit) no reduce la riqueza (medida en tarjetas) de cada hijo.
En los EE.UU., los 12 miembros del Federal Open Market Committee (Comité Federal del Mercado Abierto) deciden el tipo de interés a un día. Eso, unido a las decisiones de gasto, impuestos y préstamos del Congreso (eso es, pagar interés en el gasto no tributable), determina el valor del dinero y, en general, regula la economía.
La deuda pública y los impuestos antaño formaban parte del proceso que gestionaba las reservas de oro del Tesoro. Desafortunadamente, las discusiones sobre economía monetaria y el sistema bancario de los EE.UU. aún se basan en muchas de las relaciones observadas y aprehendidas durante la época en que el sistema monetario de los EE.UU. operaba bajo el patrón oro, un sistema en el que posiblemente el Gobierno debía ingresar o pedir prestado suficientemente como para financiar el gasto público.
Algunos modelos antiguos son aún útiles para explicar con precisión las mecánicas del sistema bancario. Otros han agotado su vida útil, conduciendo a elaboraciones erróneas Dos vestigios del patrón oro son las reservas bancarias (incluido el multiplicador del dinero) y el concepto de monetización (el apéndice incluye historia monetaria adicional y una explicación más detallada).
En EE.UU. la Reserva Federal define el método exigido a los bancos para calcular los depósitos y sus coeficientes de reserva obligatorio (NT: conocido como encaje bancario o coeficiente de caja en España). El periodo en el que la media de las reservas diarias de las instituciones de depósito debe alcanzar o exceder el coeficiente de caja se llama el periodo de mantenimiento de reservas. El período en el que se miden los depósitos sobre el que se basa el coeficiente, es el periodo de cómputo de reservas. El método de cómputo de reservas fue enmendado en 1968 y nuevamente en 1984, pero ni uno ni otro cambiaron el papel de la Reserva Federal en el mercado de reservas.
Antes de 1968, se requería a los bancos mantener un coeficiente de reservas obligatorias de forma sincrónica: las reservas para la semana debían equivaler el porcentaje requerido para esa misma semana. Los bancos estimaban cual sería la media de depósitos para la semana y aplicaban el coeficiente de encaje para determinar las reservas obligatorias. El coeficiente de caja era una exigencia que cada banco estaba legalmente obligado a cumplir. Las reservas bancarias y los depósitos, por supuesto, cambian continuamente al retirarse y depositarse fondos, lo cual complicaba la tarea de gestionar los coeficientes de caja. Puseto que ni la media de depósitos para una semana ni la media de reservas obligatorias podía ser conocida con ningún grado de certeza hasta después del cierre del último día, aquello era “como tratar de disparar a un objetivo móvil con una escopeta de feria”. Por tanto, en septiembre de 1968, el cómputo desfasado de reservas (LRA, por sus siglas en inglés lagged reserve accounting) remplazó el cómputo sincrónico de reservas (CRA, contemporaneous reserve accounting, por sus siglas en inglés). Bajo la LRA el periodo de mantenimiento de reservas era de 7 días al final de cada miércoles (véase la Figura 1). Las reservas mínimas obligatorias para un período de mantenimiento estaban basadas en la media de depósitos computables durante el periodo de cálculo del coeficiente de caja que concluía el miércoles de dos semanas antes. El volumen de reservas obligatorias para cada banco y para el sistema bancario en su conjunto era conocido de antemano. Las reservas reales podrían variar, pero al menos el objetivo era inmóvil.

Figura 1. Sistema de Cómputo Desfasado de reservas, 1968-1974
En 1984 la Junta de Gobernadores del Sistema de la Reserva Federal reinstauró el CRA. El periodo de cómputo de reservas es ahora de dos semanas (véase figura 2). Las reservas en el último día del periodo de cómputo son una catorceava parte del total a promediar. Por ejemplo, si un banco pidiera prestados 7 mil millones de dólares a un día, actualmente (NT: la obra se escribió en 2012) sumaría 1/14 de 7 mil millones o 500 millones de dólares, al nivel promedio de reservas durante el período de mantenimiento. A pesar de que el sistema se llame sincrónico, en la práctica es un sistema desfasado porque aún hay dos días de rezago: los períodos de reserva terminan en miércoles, pero el período de [cómputo] de los depósitos termina el lunes precedente. Por tanto, incluso bajo la CRA el Sistema bancario se enfrenta a un coeficiente de caja fijo cuando se aproxima el final de cada período de cómputo.
La adopción del CRA en 1984 ocurrió cuando funcionarios federales, eocnomistas, y banqueros debatían sobre si acortar el desfase en el cómputo del coeficiente de caja daría a la Reserva Federal control sobre los saldos de reserva. El cambio fue conscientemente diseñado para dar a la Reserva Federal control directo sobre las reservas y sobre las variaciones en los depósitos. El presidente de la Reserva Federal, Volcker, apoyaba el cambio al CRA en la errada creencia de que un período más corto de cómputo del coeficiente de caja otorgaría mayor control a la Reserva Federal sobre las reservas y, por tanto, sobre la oferta de dinero.
El presidente Volcker se equvocaba. La reducción del desfase en el cómputo no incrementó (ni podía incrementar) el control de la Reserva Federal sobre la oferta de dinero porque las instituciones depositarias basaban sus requerimientos de reserva en la cantidad total de depósitos del periodo de cómputo anterior. Los bancos, a efectos prácticos, no pueden cambiar el mínimo de reservas actual.

Figura 2. El Sistema de Cómputo Desafasado de Reservas desde 1984 hasta el presente
Bajo ambos, CRA y LRA, la Reserva Federal debe suministrar suficientes reservas al mercado para alcanzar los mínimos exigidos, ya sea a través de operaciones de mercado abierto o a través de la ventanilla de descuento. Si abandonara a los bancos a suerte en la búsqueda de reservas adicionales, no habría préstamos interbancarios suficientes para crear las reservas necsarias. Los préstamos interbancarios cambian la ubicación de las reservas pero no su cantidad total en el sistema bancario Por ejemplo, supongamos que el mínimo de reservas obligatorias totales exigidas para el sistema bancario sea de 60 mil millones de dólares al cierre del mercado hoy pero que el sistema banacario en su conjunto sólo tuviera un saldo de reservas de 55 mil millones de dólares. Salvo que la Reserva Federal suministrara los 5 mil millones de dólares adicionales en reservas, al menos un banco no conseguirá cumplir con el coeficiente de caja. La Reserva Federal es, y solo puede ser, el seguidor, no el líder, cuando ajusta los saldos de reservas del sistema bancario.
El papel de las reservas quizá genere una incomprensión generalizada porque se confunde con el de las resevas de capital. Los resevas de capital determinan los estándares de calidad y cantidad de activos que los bancos retienen en función de la calidad de sus créditos. Las reservas de capital se diseñan para asegurar un nivel mínimo de integridad financiera. Los coeficientes de caja, por el contrario, son los medios que utiliza el banco central para controlar el precio de los fondos que se prestan los bancos. El banco central se ocupa de la cantidad y riesgo de los préstamos a través de las reservas de capital; se ocupa del tipo de interés a un día fijando el precio de las reservas.
Traducción de Miquel Bassart i Loré
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