Excusas demográficas
En plena crisis sanitaria es normal que se haya vuelto a poner de actualidad la supuesta insostenibilidad de las pensiones y que se difundan las mismas mentiras de siempre en los medios de comunicación. Medios, que son propiedad mayoritariamente de las entidades financieras.
Se difunde un discurso catastrofista que a base de repetirlo, afecta profundamente a la gente: la sociedad envejece, cada vez la gente vive más años, cada vez hay menos trabajadores por jubilado, las pensiones no se podrán pagar, conviene contratar planes privados de pensiones lo antes posible.
Con la excusa del aumento de la esperanza de vida, dicen que debe aumentarse la edad de jubilación. El aumento de la esperanza de vida en España se debe principalmente a la disminución de la mortalidad infantil en las últimas décadas y no tanto por el aumento de la longevidad. Se debería utilizar el indicador de esperanza de vida en el momento de la jubilación, y comprobaríamos que es la mitad que el indicador de esperanza de vida en el nacimiento. Así pues, está claro que este indicador se utiliza de forma tendenciosa y lleva a confundir los conceptos de longevidad y esperanza de vida.
Según el INE, de 1975 a 2019, la esperanza de vida desde el nacimiento ha aumentado 10 años, aunque en los últimos años ha quedado prácticamente estancada. Pero la esperanza de vida a los 65 años del mismo período, ha aumentado sólo 6 años. Teniendo en cuenta que la fecha de jubilación será a los 67-70 años, de esos 10 años que vivimos más, 5 años se viven antes de jubilarse y 5 años después.
Además, existe un indicador que no comentan los partidarios de aumentar la edad de jubilación, que es el de Años de Vida Saludables (AVS), que nos muestra cuántos años vivimos sin sufrir una discapacidad importante. Resulta que este indicador está en regresión, y en 2017 los españoles tenían a los 65 años, 12,4 años de vida saludables y en 2018 disminuyó a 11,4 años. De media, sólo vivimos saludablemente un 50% de los años que nos quedan de vida después de jubilarnos. Por tanto, no bastar decir cuántos años vivimos más, sino también cómo. Aplazar la edad de jubilación es una gran crueldad, porque nos quitan los mejores años de nuestra etapa final de la vida, aquéllos en los que no solemos sufrir enfermedades importantes.
Aplazar la edad de jubilación es una gran crueldad, porque nos quitan los mejores años de nuestra etapa final de la vida, aquéllos en los que no solemos sufrir enfermedades importantes.
Por otra parte, está demostrado estadísticamente que existen diferencias muy significativas de esperanza de vida según la clase social y el trabajo llevado a cabo a lo largo de la vida. Por ejemplo, el personal de limpieza de una universidad vive en promedio diez años menos que los catedráticos. Es totalmente injusto y clasista que se aumente la edad de jubilación por igual a diferentes colectivos, sin tener en cuenta lo duro y nocivo que puede ser su trabajo.
Respecto al “problema” de la disminución del número de trabajadores por pensionista, recuerdo a una persona, economista, que me decía: claro, las pensiones no se podrán pagar, ya que antes había cuatro trabajadores por pensionista y pronto sólo habrá dos. Esa persona no tenía en cuenta un factor muy importante, la productividad. Factor totalmente silenciado por los interesados en fomentar el discurso de la insostenibilidad del sistema de pensiones públicas. Pero todos somos conscientes de que a lo largo del tiempo y en todos los sectores económicos y oficios, mucho menos trabajadores producen tanto o más que lo que antes se producía con mucha más mano de obra. Por poner un ejemplo, hace cincuenta años el 30% de la población activa trabajaba en el sector agrícola para producir una cantidad determinada de alimentos. En la actualidad, sólo un 5% trabaja en el sector agrícola y producen mucho más que el 30% de quienes lo hacían hace 50 años. Esto se explica gracias a avances tecnológicos, científicos, energéticos, etcétera.
Por tanto, no es el número de trabajadores por jubilado lo que determina la sostenibilidad del sistema, sino la productividad de estos trabajadores. Si dentro de 50 años, hay sólo dos trabajadores por cada jubilado, pero producen lo mismo o más de lo que producían los cuatro trabajadores hace 50 años, el sistema no será insostenible. Cuando hablamos de si las pensiones son o no sostenibles, necesitamos pensar en términos de capacidad productiva real de la economía, no en términos financieros. Es decir, que se implemente un sistema económico que garantice la existencia de suficientes bienes y servicios para cuidar a los jubilados.