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La hiperinflación de la República de Weimar a través de la lente de la teoría monetaria moderna. (Parte 1 de 3)

Publicado originalmente en GIMMS

Resumen

 La hiperinflación en la Alemania de Weimar en 1922-23 se ha convertido en el icono usado por los economistas de la corriente principal, y especialmente de los monetaristas, cuando presentan los beneficios de restringir a los gobiernos mediante las reglas de las “finanzas sólidas”. Su relato presume que los gobiernos están naturalmente inclinados a gastar más allá de sus posibilidades y que, dejados a sus hábitos derrochadores, la inflación se “desmadra” y conduce a la hiperinflación en un colapso catastrófico continuo, acelerado e imparable del valor del dinero.

En contraste con este omnipresente análisis convencional, reconocemos un origen fundamentalmente diferente de la inflación y argumentamos que la inflación requiere un apoyo político sostenido y proactivo. Y, en ausencia de tales políticas, la inflación disminuirá rápidamente. Reemplazamos la teoría dominante errónea con el conocimiento de la Teoría Monetaria Moderna (TMM) que identifica tanto la fuente del nivel de precios como lo que lo hace cambiar. No somos eruditos de Weimar y nuestro objetivo no es presentar un análisis histórico completo. Examinamos las fuerzas causales  detrás de la hiperinflación de Weimar tradicionalmente relatadas, junto con los factores que contribuyeron a la hiperinflación y a su abrupto final.

El propósito de este artículo es presentar nuestra visión de la información relatada desde una perspectiva TMM. En ese sentido, identificamos como la causa de la inflación que el gobierno alemán pagase continuamente precios más altos por sus compras, particularmente las de las monedas extranjeras que los Aliados exigían para el pago de las reparaciones, e identificamos el aumento en la cantidad de dinero y la impresión de cantidades crecientes de billetes como consecuencia de la hiperinflación, más que como su causa.

Introducción

En este artículo, cuestionamos la opinión generalizada de que la inflación de la República de Weimar fue causada por una expansión proactiva del stock de dinero por parte del gobierno alemán actuando en concierto con el Reichsbank.

En la parte 1, examinamos la fuente del nivel de precios y las causas de la inflación, primero desde una perspectiva neoclásica y luego desde una perspectiva TMM.

En la parte 2, analizamos la hiperinflación de Weimar.

En la parte 3, aplicamos las ideas de la TMM a la hiperinflación de Weimar y presentamos nuestro relato alternativo.

En la parte 4, concluimos.

El nivel de precios y la inflación

 El enfoque neoclásico

Los economistas neoclásicos definen el nivel de precios como el nivel actual de precios nominales (monetarios) en la economía y, aunque ha habido teorías que intentan explicar qué causa el cambio del nivel de precios, no existe una teoría neoclásica que explique cómo llegó a ser. Por defecto, se supone que es histórico —consecuencia de una regresión infinita. Por lo tanto, los modelos neoclásicos simplemente asumen un nivel de precios inicial al presentar la teoría cuantitativa del dinero (TCD), la tautología MV = PT, donde la oferta monetaria (M) multiplicada por la velocidad de circulación (V) = el precio promedio de cada transacción (P) multiplicado por el volumen de transacciones (T). Suponiendo que M es exógena (bajo el control de las autoridades) y que V es estable, se afirma entonces que la causalidad va de M a P, lo cual originó la célebre explicación de Friedman sobre la causa de la inflación: «La inflación es siempre y por doquier un fenómeno monetario en el sentido de que solo puede producirse por un incremento más veloz de la cantidad del dinero que el de la producción» (Friedman 1956, énfasis añadido).

Sin embargo, la presunción de una oferta monetaria fijada por el gobierno es aplicable solo a una divisa convertible a tipo de cambio fijo, como la que existía bajo el patrón oro. Esto relega la aplicabilidad de la teoría cuantitativa del dinero a regímenes de tipo de cambio fijo y la hace totalmente inaplicable a los regímenes de tipo de cambio flotante de hoy (así como en la República de Weimar) donde el gobierno no ofrece convertibilidad a un tipo de cambio fijo.

Tras décadas de búsqueda de una ‘M’ —un agregado monetario que se correlacione con la inflación y conduzca a ella— la ciencia económica dominante de hogaño ha pasado a su posición actual de que las expectativas de inflación son la causa de la inflación. Siguen comenzando su análisis dando por supuesto un determinado nivel de precios y afirman que las expectativas de inflación son la fuente de cambios en ese nivel de precios. Los bancos centrales, de hecho, han desarrollado intrincadas metodologías de medición de las expectativas de inflación para guiar la política, mientras que a sus investigadores les ha costado encontrar evidencia de la validez de la teoría.

Es de destacar además el hecho de que los economistas de la corriente principal aceptan la dicotomía clásica de factores reales vs nominales (monetarios) y sostienen que, en un mercado competitivo, la introducción de dinero es simplemente la introducción de un numerario en una economía de trueque. El dinero es un ‘velo’ que mejora la eficiencia de las transacciones sin modificar las cantidades producidas y los precios relativos (Armstrong 2015; Armstrong y Siddiqui 2019). Esta suposición se conoce como neutralidad del dinero. Sin embargo, el supuesto de neutralidad se descarta con la introducción de impuestos coercitivos.

Teoría Monetaria Moderna

La Teoría Monetaria Moderna (TMM) reconoce que los fondos para pagar impuestos y el ahorro neto provienen únicamente del gobierno o sus agentes (Bell 1998); la moneda en sí es un monopolio público y, por lo tanto, el nivel de precios, como punto de lógica, es necesariamente una función de los precios pagados por el gobierno (Mosler 1993). Dicho de otra manera, el valor de la moneda es función de lo que deben hacer los agentes económicos para obtenerla del gobierno y sus agentes designados, directa o indirectamente. Siendo la moneda un monopolio público (competencia imperfecta), la teoría cuantitativa convencional, la teoría de las expectativas de inflación y la neutralidad del dinero no son aplicables.

Siendo la moneda un monopolio público, en el contexto de una economía de mercado, el gobierno solo necesita establecer un precio ajustando  las fuerzas del mercado todos los demás precios para expresar niveles de indiferencia, o lo que también se conoce como valor relativo (Tcherneva 2002).

El valor de la moneda se define por lo que se puede comprar con una determinada cantidad de ésta. Así, por ejemplo, si el gobierno aumenta las compras a precios corrientes, independientemente de la cantidad de dinero gastado, ese gasto adicional (constreñido por el precio) no ha elevado los precios y el valor de la moneda no se ha alterado. Sin embargo, si el gobierno paga más por los mismos artículos comprados, el valor de la moneda, por definición, se ha vuelto más bajo, ya que se necesita más de ella para comprar la misma cantidad que antes[1].

En la práctica, los gobiernos utilizan políticas de existencias de amortiguación. Con una política de existencias de amortiguación, el gobierno fija el precio del artículo en el inventario de amortiguación, mientras que las fuerzas del mercado hacen que todos los demás precios expresen niveles de indiferencia respecto al precio del artículo en el inventario de amortiguación (admitimos además que existen estructuras institucionales adicionales que influyen en la determinación de una amplia gama de precios). Esta lógica sustenta los regímenes de tipo de cambio fijo y flotante. Por ejemplo, con un patrón oro, el gobierno fija el precio del oro y lleva a cabo una política fiscal y monetaria para retener un inventario de oro de reserva creíble, mientras ofrece comprar o vender oro a un precio fijo y permite que otros precios se ajusten continuamente y reflejen el valor relativo. Con los regímenes de tipo de cambio flotante de hoy, los gobiernos utilizan la política monetaria y fiscal para mantener un stock de reserva creíble de trabajadores desempleados para estabilizar los salarios, permitiendo que los demás precios se ajusten para reflejar el valor relativo[2]. La inflación es, por lo tanto, en el contexto de las políticas de existencias de amortiguación, un aumento continuo en el precio fijado por el gobierno o sus agentes, directa o indirectamente, del artículo en el inventario de amortiguación (Mosler y Silipo 2017).

Con el marco alemán, una moneda estatal no convertible de la República de Weimar, las tasas de interés eran una decisión política e, irónicamente, las políticas de tasas de interés radicalmente más altas que pretendían respaldar el marco, consiguieron en cambio exacerbar la inflación a través de dos canales. El primero es el canal de ingresos por intereses, donde los pagos de intereses por parte del Estado son ingresos adicionales para la economía que se suman al gasto deficitario y a la demanda agregada. El segundo es a través de precios a plazo, donde los precios de los bienes y servicios adquiridos para entrega futura aumentan en línea con las tasas de interés.

[1] Considérense dos ejemplos extremos para aclarar este punto. Supongamos que el gobierno decidió que no pagaría más este año por bienes y servicios en comparación con el precio que pagó el año pasado. Supongamos además que el sector privado aumentó todos los precios de los bienes y servicios ofrecidos al gobierno. El gasto del gobierno pasaría entonces de, digamos, $ 5 billones a cero. Los agentes económicos no tendrían forma de obtener los fondos que necesitan para pagar impuestos de, digamos, $ 4 billones (y otro $ billón adicional necesario para el ahorro neto), lo que impartiría un alto impulso deflacionario que acaba sólo cuando los agentes económicos, aunque a regañadientes, bajan el precio para poder efectuar los 5 billones de dólares en ventas al gobierno. Ahora suponga que el gobierno aumenta el salario de todos los empleados y empleados de contratistas y proveedores pagados por el gobierno a 1 millón de libras por hora, sin aumentos de impuestos. permitiendo que el tamaño del déficit se ajuste en consecuencia. Claramente, este sería un suceso altamente inflacionario que alteraría el nivel general de precios en consecuencia.

[2] MMT comienza el análsis con el caso base  utilizando un stock de reserva de empleados (Garantía de empleo) para la estabilidad de precios.

Traducción de Rafael Carretero

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