Poca o ninguna atención se ha prestado a la posibilidad de que los precios más altos puedan ser simplemente el mercado asignando recursos y no inflación.
Los precios reflejan los niveles de indiferencia donde se encuentran compradores y vendedores. El mecanismo de mercado permite a los participantes realizar sus compras y ventas a cualquier precio que acuerden mutuamente. Los precios de mercado tienden a cambiar continuamente. Si, por ejemplo, hay una helada en Brasil, el precio del café puede subir. El precio más alto acomoda la transferencia de la oferta restante de café de los vendedores a los compradores.
Las alzas y caídas de precios pueden ser una asignación de recursos por el mercado y no un problema de inflación. La inflación es el proceso por el cual el gobierno causa alzas de precios al crear más dinero, ya sea directamente a través del gasto deficitario o indirectamente al reducir las tasas de interés o alentar el endeudamiento. Por ejemplo, cuando la escasez de bienes y servicios provoca precios más altos, un gobierno puede intentar ayudar a sus electores a comprar más dándoles más dinero. Por supuesto, una escasez significa que los productos deseados no existen. Más dinero simplemente aumenta el precio. Cuando eso, a su vez, hace que el gobierno aumente aún más el dinero disponible, se ha creado una espiral inflacionaria. La institucionalización de este proceso se llama indexación.
Abandonados a su suerte, el precio del café, del oro o de prácticamente cualquier otra cosa puede moverse hacia arriba, abajo o lateralmente. Los bienes y servicios pasan por ciclos. Un año, puede haber una cosecha histórica y el siguiente un desastre. El petróleo puede escasear una década y luego sobrar la siguiente. Es posible que haya años o incluso décadas en que el IPC crezca, digamos, al 5% sin inflación real. Puede ser que se encuentren menos cosas, asignándolas el mercado al mejor postor.
A medida que la economía se expande y la población aumenta, algunos artículos de oferta relativamente fija tenderán a hacer más valiosos respecto a artículos generalmente disponibles. Específicamente, el oro, la propiedad frente al mar y los cachés de las estrellas de cine probablemente aumentarán en relación con las computadoras, los relojes y otros dispositivos electrónicos.
Si el banco central decidiera administrar la economía apuntando al precio del oro, respondería a un aumento en el precio del oro con tipos de interés más altas. El propósito sería desalentar los préstamos, reduciendo así la creación de dinero. En efecto, el banco central intentaría reducir la cantidad de dinero que todos tenemos para mantener bajo el precio del oro. Eso podría entonces deprimir la demanda de todos los demás bienes y servicios, aunque sobrasen. Al subir las tipos, el banco central estaría diciendo que hay demasiado dinero en la economía y que está creando un problema.
Presumiblemente hay alguna ventaja en apuntar al oro, el IPC o cualquier otro índice, en lugar de abandonar el dinero a su surte y dejar que el mercado ajuste los precios. Los tipos de interés pueden ser demasiado bajos y llevar a una creación de dinero excesiva en relación con los bienes y servicios disponibles para la venta. Por otro lado, unos precios de mercancías más elevados pueden representar los flujos y reflujos normales de los mercados para estos artículos.
Si efectivamente hay aumentos de precios debidos a la dinámica cambiante de la oferta, la política del banco central restringiendo el dinero puede resultar en una desaceleración de proporciones serias que no se habrían producido si hubieran dejado las tasas de interés en paz.
Traducción de Stuart Medina Miltimore
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