*Editorial de nuestros compañeros italianos de Rete MMT
Si tuviéramos que sentarnos a la mesa verde amarilla[1] para tratar de cambiar su programa, lo haríamos con un cambio de mínimos en mente y un cambio de máximos entre los que movernos con comodidad.
Hoy escribimos nuestro programa de mínimos. El cambio mínimo aceptable.
En las próximas semanas escribiremos nuestro programa “de máximos” para el plazo corto, medio y largo
Los criterios adoptados para construir la integración de mínimos en el programa parten de un rechazo a priori y necesario del desempleo involuntario, puesto que no hay ninguna razón por la cual deba tolerarse. El desempleo, obviamente entendido como una fuerza de trabajo que busca un empleo decente[2] sin encontrarlo, es un simple despilfarro, es una discriminación contra la participación en el sistema económico, es una producción real perdida que nunca será recuperada.
El pleno empleo es el punto de partida en el que, dado que la capacidad de producción ya está en pleno funcionamiento, se abren una serie de dilemas sobre qué producir y cómo distribuir. Pero antes del pleno empleo, estos dilemas no existen, dado que simplemente el pastel puede hacerse mayor; dado que puedes producir más de algo sin producir menos de otras cosas; dado que la moneda se puede utilizar para activar una mayor capacidad de producción y no solo para distribuir los frutos.
Una vez establecidas las condiciones para el pleno empleo en un programa, se puede analizar cómo evolucionar la estructura económica de un país, su grado de dependencia-autonomía, su nivel de “productividad” y sus problemas de distribución y pobreza relativa ( el empleo digno completo elimina casi por completo la pobreza absoluta).
La integración de mínimos al contrato del gobierno verde-amarillo es la siguiente.
Aumentar el gasto público deficitario incrementando ese dispendio a precios constantes y eliminando el IVA hasta que se alcance un nivel de desempleo inferior al 1%.
Eliminar el equilibrio presupuestario de la constitución en esta legislatura.
El contrato del gobierno no aclara el criterio por el cual se determinará la magnitud del déficit y esto equivale a no expresarse sobre aquello de lo que depende la validez del resto. Para esto es necesario ubicar el pleno empleo como un límite cuantitativo y los “precios constantes” como un parámetro “cualitativo”.
El déficit, la moneda introducida mediante el gasto en el sector privado y no retirada con impuestos, puede obtenerse mediante la reducción de impuestos o mediante el aumento del gasto público. Proponemos que esto se haga en ambos frentes porque en ambos frentes hay que tomar medidas simples e importantes. Es necesario que este aumente lo suficiente como para crear un gasto en la economía capaz de absorber toda la oferta de mano de obra.
Esto teóricamente puede lograrse, como parece desprenderse del contrato del gobierno, con el desplazamiento de las “inversiones productivas” lo cual que permitiría eludir el límite del déficit público del 3%.
En lo que respecta al aumento del gasto, es importante hacerlo a precios constantes para no redenominar el valor de la divisa y, por lo tanto, no crear inflación o deflación. No es que la inflación sea un problema, ni tampoco en sí misma la deflación. Pero la comprensión del sistema monetario es tan limitada al nivel de los medios y de los intermediarios sociales que un aumento en la inflación daría cabida a posibles fobias que solo podrían dañar el bondad del debate sobre política económica y la evolución de las políticas implementadas. Evitamos sentar las bases para llevar agua al molino de los fans de la austeridad y demostramos cómo se puede lograr el pleno empleo sin una “inflación monetaria”. Si el estado gasta a precios constantes, la única inflación real posible es la vinculada a casos de euforia en el crédito bancario, por ejemplo en la construcción, o importada, como las crisis petroleras, pero ambas son fácilmente identificables porque están vinculadas a sectores específicos y, más que verdadera inflación, se trataría de un cambio de los términos reales dentro de la cesta de bienes.
En el frente de la reducción de impuestos, el primer impuesto que debe saltar por los aires es el IVA. El IVA no tiene ninguna función positiva, trae consigo los costes accesorios reales e inútiles en términos de resgistros contables e impacta más sobre los grupos vulnerables que sobre los pudientes que gastan solo una pequeña parte de sus ingresos en bienes de consumo. Paradójicamente, contribuye a crear una concentración de riqueza hacia arriba.
Es esencial garantizar que una política de pleno empleo pueda continuar y, por lo tanto, para evitar la posibilidad de que un presidente de la república denuncie la inconstitucionalidad de estas políticas, es importante, al menos intentar, eliminar este absurdo de la constitución.
¡Viva Italia!
[1] Nota del Traductor: nombre que se le ha dado a la coalición que han formado el Movimiento 5 Estrellas y Liga Norte
[2] Con una remuneración por encima del umbral de la pobreza en condiciones de trabajo no irremediablemente degradantes física o psicológicamente.