Destacado Opinión

Los orígenes coloniales del neoliberalismo

Escrito por Ndongo Samba Sylla

Publicado originalmente el 14 de junio de 2021 en inglés con Money in the Left

Para quienes han estudiado la historia del África colonial a través de sus dimensiones fiscal y monetaria, las similitudes entre la macroeconomía colonial y la macroeconomía neoliberal son sorprendentes. Uno podría tener la tentación de contemplar la era neoliberal como un avatar del colonialismo. En realidad, los principios fundamentales que subyacen al paradigma fiscal y monetario de la era neoliberal (1980-2020) —hacienda responsable, sistemas tributarios regresivos, independencia del banco central y la dirección del sistema crediticio por parte de los bancos oligopólicos— ya se aplicaban en las colonias europeas, particularmente en África.

…la hacienda responsable, como principio de gestión macroeconómica, se basa en la idea de que los gobiernos deben evitar los déficits fiscales e incluso deben aspirar a los superávits fiscales…

En la era neoliberal, la hacienda responsable, como principio de gestión macroeconómica, se basa en la idea de que los gobiernos deben evitar los déficits fiscales e incluso deben aspirar a los superávits fiscales. Como muestra la Teoría Monetaria Moderna (TMM), este punto de vista se basa en la analogía engañosa entre un hogar y un emisor de moneda gobernante. De hecho, si bien puede ser deseable que los hogares acumulen ahorros netos, es posible que un gobierno que emite su propia moneda no siempre tenga interés en mantener un presupuesto equilibrado o incluso en superávits presupuestarios. Pues su déficit fiscal tiene como contrapartida exacta el superávit financiero del sector no estatal. Si el sector público desea tener un presupuesto equilibrado, esto significa que el sector privado nacional (hogares y empresas) solo podrá lograr un superávit financiero si el resto del mundo se encuentra en una posición deficitaria con respecto a la economía nacional.

Durante la época colonial, la hacienda responsable tenía justificaciones mucho más básicas y transparentes que en la actualidad. Como doctrina imperial por esencia, equivalía a decir que la metrópoli no tenía la intención de participar financieramente en la empresa colonial, que se suponía que se autofinanciaría. La “política de autosuficiencia colonial”, como la llaman los historiadores, implicaba que los territorios colonizados debían sufragar los costos de la conquista militar, los gastos corrientes de las administraciones coloniales así como sus gastos de inversión, que a menudo se orientaban hacia proyectos de infraestructura que favorecían la rentabilidad del capital metropolitano privado. Se suponía que la metrópoli debía intervenir esporádicamente, otorgando subsidios o préstamos, cuando la situación financiera de las colonias lo requiriera.

A pesar de la retórica metropolitana sobre el carácter caro o no rentable de la empresa colonial, lo cierto es que ésta había sido financiada esencialmente por las colonias, a mediante impuestos y trabajo forzoso. Las transferencias públicas desde la metrópoli habían sido relativamente menores, tanto para Francia como para Inglaterra, las dos antiguas y más importantes potencias metropolitanas del continente africano.

Dado que los gobiernos metropolitanos gobernaban las operaciones monetarias de sus colonias, lograron a través de las administraciones coloniales imponer gradualmente una unidad de cuenta en la que se recaudarían los impuestos. Esto significó, como enseña la TMM, que no tenían restricciones financieras intrínsecas. En principio, no dependían de los impuestos para financiar sus gastos locales. Sin embargo, no se aprovechó la posibilidad de ampliar su espacio fiscal debido a la orientación extractivista de la política económica colonial.

La elección de ejecutar presupuestos equilibrados implicaba que el gobierno colonial no creaba normalmente riqueza financiera neta para el sector privado (y en particular para el sector privado indígena)

La elección de ejecutar presupuestos equilibrados implicaba que el gobierno colonial no creaba normalmente riqueza financiera neta para el sector privado (y en particular para el sector privado indígena). La acumulación de riqueza financiera por parte del sector privado y, por lo tanto, el crecimiento de la renta nacional y los ingresos fiscales se hizo dependiente del equilibrio financiero externo.

Esta orientación extractivista se acentuó por los arreglos monetarios coloniales y por el comportamiento del sector bancario, dominado desde el principio por los bancos oligopólicos. Paralelamente a la austeridad fiscal, la paridad fija entre las monedas colonial y metropolitana en un contexto de libre movilidad de capitales entre las colonias y la metrópoli y la obligación de cubrir la oferta monetaria en su totalidad con reservas de divisas (como ocurre con las cajas de conversión en el Imperio Británcio) dio un carácter muy restrictivo a la política monetaria. La idea de que los bancos privados debían organizar el sistema crediticio con cierta libertad —la libertad de no financiar actividades productivas en oposición a actividades extractivas— mientras que los gobiernos coloniales debían mantener presupuestos equilibrados era parte del credo imperial.

En las principales colonias británicas de África Occidental, el Banco de África Occidental Británica y Barclays DCO gobernaron casi sin oposición durante las primeras seis décadas del siglo XX. En general, el papel de los bancos metropolitanos había sido proteger los intereses de las empresas metropolitanas a expensas de los empresarios locales mediante la discriminación en el acceso al crédito. También había consistido en facilitar el financiamiento a corto plazo de las exportaciones de productos primarios, así como la transferencia de los excedentes económicos locales (ahorros financieros) a la metrópoli.

Como mercados cautivos y fuentes baratas de suministro de materias primas, los imperios coloniales también desempeñaron el papel de válvula financiera para las metrópolis. En el caso de Inglaterra, la acumulación excesiva de reservas de divisas por parte de sus colonias más ricas en recursos había contribuido significativamente a su estabilidad financiera y al alivio de las crisis de liquidez recurrentes en el mercado monetario de Londres.

Durante las últimas décadas del siglo XIX, Inglaterra había perdido su ventaja industrial y comercial sobre Alemania y Estados Unidos. En este contexto, Inglaterra pudo mantener tanto el patrón oro internacional como su liderazgo financiero solo gracias a su control sobre los excedentes externos de la India. Después de la Segunda Guerra Mundial, Nigeria y Ghana jugaron un papel similar en el área de la libra esterlina. Las exportaciones de capital de Inglaterra a estos dos territorios eran inferiores a los saldos en libras esterlinas que habían acumulado en Londres. Estos excedentes externos se acumularon mediante una drástica reducción de sus importaciones, realidad descrita por el concepto de exportaciones sin contrapartida.

Actualmente, bajo el neoliberalismo, para muchos países del Sur Global, la prioridad dada al equilibrio presupuestario y a las exportaciones, la sobreacumulación de reservas de divisas en un contexto en el que sus recursos locales están infrautilizados, el papel dominante de la banca y las instituciones  financieras extranjeras, la infrafinanciación de la economía “real”, etc., representan elementos de continuidad con el período colonial.

La economía neoliberal, podría argumentarse, es una iteración de la lógica de la economía colonial

La economía neoliberal, podría argumentarse, es una iteración de la lógica de la economía colonial en un contexto donde los flujos comerciales y financieros se ven cada vez menos obstaculizados por las barreras que alguna vez fueron creadas por la coexistencia de imperios coloniales formales. Con el neoliberalismo, estos últimos son reemplazados por las redes y agencias del capital globalizado. En el Norte Global, esta búsqueda de la lógica económica colonial implica un socavamiento de los logros socioeconómicos y políticos anteriores de las clases trabajadoras y, por lo tanto, una ampliación de las desigualdades dentro del país. En la mayor parte del Sur Global, junto al debilitamiento del poder de las clases trabajadoras, el neoliberalismo ha consistido en suprimir el derecho a la autodeterminación de naciones y pueblos mediante la imposición de políticas deflacionarias, el “libre comercio” forzado, la privatización y la liberalización financiera.

Para romper con esta orientación, la TMM es valiosa en al menos dos aspectos. Por un lado, proporciona los elementos para una crítica de los principios constitutivos de la macroeconomía colonial (separación rígida entre autoridad fiscal y autoridad monetaria, hacienda responsable, prioridad a las exportaciones, acumulación excesiva de reservas externas, dependencia de la financiación externa, etc.). Por otro lado, la TMM nos permite reorientar la política económica en torno a la movilización de recursos internos al enfatizar que, incluso en un entorno externo desfavorable, los países del Sur Global pueden crear un espacio fiscal mayor de lo que se suele admitir.

Lograr una prosperidad compartida y sostenible requerirá un fuerte desafío epistémico a la economía colonial del neoliberalismo. También requerirá esfuerzos concertados en varios frentes adicionales: abordar las estructuras globales de dominación que reproducen la lógica económica del colonialismo; someter al control popular la orientación de las políticas públicas así como la gestión de los recursos e instrumentos económicos.

Deja un comentario