Jesús G. Reséndiz Silva
El Ingreso Básico Universal (IBU) fue una propuesta que llamó la atención del público en la pasada campaña presidencial de México. La coalición denominada Por México al Frente consideró al IBU como su principal estrategia en materia de política social. El objetivo de la medida era erradicar por completo la pobreza y reducir la desigualdad mediante la entrega mensual de una determinada cantidad de dinero a todos los ciudadanos.
Las razones detrás del impulso a esta política pública fueron semejantes a las que promueven diferentes personalidades y autores como Elon Musk y el historiador James Livingston.
Musk pinta un escenario apocalíptico para el mercado laboral. Señala que los robots reemplazarán a los humanos lo que provocará desempleo masivo, y que al perder la gente sus trabajos desaparecerá también el sentido de sus vidas porque se sentirán inútiles. Asimismo, establece que al no existir dinero público suficiente, los gobiernos pueden adelgazar su estructura y canalizar los recursos liberados de esa medida hacia el IBU.
Por otro lado, en el artículo al que provocativamente llamó “A la Mierda el Trabajo” en la revista Aeon, Livingston expone que el mercado ha fallado en la provisión y distribución del trabajo en la sociedad. Consecuentemente, el autor propone establecer impuestos progresivos para captar ganancias de las grandes empresas, y así redistribuir ese dinero mediante el IBU.
Sin embargo, el IBU parte de un diagnóstico equivocado. En su réplica al ensayo de Livingston el profesor e investigador de la University of South Florida, Scott Ferguson, establece que “el empleo es siempre y en todo lugar una decisión política, y no una mera función de la empresa privada, los ciclos de expansión y recesión y la automatización. No hay por lo tanto nada inevitable sobre el desempleo y la miseria que este causa. De ninguna manera estamos destinados a un futuro sin trabajo”.
Igualmente, Ferguson indica que el argumento sobre la escasez de dinero público es falso. El investigador señala que considerando el determinado nivel de soberanía monetaria de un país, tal como lo establece la Teoría Monetaria Moderna, “el dinero es un instrumento público ilimitado y fundamentalmente inalienable. Este instrumento se basa en la gobernanza pública. Y el gobierno puede siempre permitirse apoyar la producción social valiosa, sin atender a la capacidad de recaudar impuestos de los ricos”.
En este sentido y por el contrario, Ferguson establece que realmente los gobiernos deben garantizar a la sociedad el derecho al trabajo y no el IBU. Específicamente, poner en marcha Planes de Trabajo Garantizado -Job Guarantee- suficientemente financiados, completamente inclusivos y enfocados a resolver las grandes necesidades de la población, como el cuidado de nuestros niños. Solo con garantizar planes de trabajo con ingresos dignos a todas las personas, es posible reducir considerablemente la desigualdad y la pobreza.