*Por Daniele Basciu, Rete MMT
El tema “miniBOT” tiene varios aspectos significativos, positivos, negativos y otros que no se pueden descifrar en este momento.
El minitítulo del Estado denominado en euros, que puede utilizarse inmediatamente para el pago de impuestos en euros, es un crédito fiscal en todos los aspectos, al igual que la moneda del euro.
Los dos instrumentos comparten la naturaleza fiscal y. en un escenario básico, el “modelo base”, son funcionales, coincidentes y se superponen:
Funcionalmente es como un gasto deficitario “normal”. Son créditos fiscales denominados en euros, al igual que los euros “normales”.
Warren Mosler
Y éste es, en definitiva, el primer aspecto positivo. El instrumento es funcionalmente moneda.
Sin embargo, debe considerarse que la introducción no se llevaría a cabo en un “escenario base” y que la arquitectura institucional real haría que los dos instrumentos fueran “casi” iguales. Como señala Andrea Terzi, el miniBOT tendría una validez limitada para un estado de la zona euro y no gozaría de derecho legal.
El “modelo base” prevé que el Estado imponga impuestos y emita como monopolista el único crédito fiscal capaz de extinguir la obligación tributaria.
El escenario efectivo “post-miniBOT” es otro diferente en el que:
1. El Estado “Italia” no es la única persona que gasta créditos fiscales “euros normales”;
2. El Estado “Italia” gasta los créditos fiscales en dos formas: la forma “miniBOT” y la forma “euro normal”
La combinación de 1. y 2. conlleva un riesgo de percepción por parte de los usuarios de la existencia de “moneda” y “cuasi moneda”. La materialización de esta amenaza parece en realidad bastante improbable, ya que la aceptación del pago de impuestos mostraría la equivalencia de los instrumentos en el territorio nacional en un tiempo bastante corto.
Que esta validez permanezca operativamente vinculada al territorio nacional (y al Estado italiano) no parece, desde el punto de vista funcional, crítico, si consideramos que una buena parte de los potenciales perceptores los utilizarían sin ningún problema en el cumplimiento directo de las obligaciones fiscales, “liberando” de tal finalidad —la destrucción en el pago de impuestos— parte de sus depósitos denominados en euros. La misma forma en papel del instrumento parece empujar en esta dirección.
Otros factores por considerar son el hecho de que los miniBOT, al ser introducidos, irían a “saldar” las deudas comerciales de las Administraciones Públicas facturadas por las compañías acreedoras que, en el sistema actual, las utilizan para acceder al crédito bancario con el “descuento de facturas” (Es una forma de financiación basada en el anticipo del monto de las facturas emitidas. El banco se reserva el derecho de solicitar la devolución en caso de impago al vencimiento). En efecto, éste es un gasto “ya incurrido” que se está contabilizando.
El instrumento miniBOT reemplazaría este mecanismo de “anticipo de factura”, eliminando una opción de ganancia garantizada para el sistema bancario (la Administración Pública normalmente es el sujeto que por excelencia “no quiebra” y paga sus deudas) y la externalidad negativa correspondiente (el pago de intereses) que en esta estructura recae sobre el sector privado no bancario.
En general, podemos decir que el hecho de que el minBOT se haya centrado en el enlace indisoluble “dinero / crédito / deuda” es positivo en sí mismo, abriendo un debate que, aunque distorsionado, hasta ahora ha sido tan necesario como totalmente ausente.
Lo que podría ser negativo está en el futuro. Hoy no se sabe si realmente se utilizarán, y en qué medida. Paradójicamente, una gran publicidad del instrumento y un uso efectivo limitado pueden, en la arquitectura institucional actual, tener repercusiones negativas no compensadas por los limitados efectos positivos. Se podría presentar un escenario de aumento limitado de los déficits (con efectos poco perceptibles en el sistema económico) y “represalias institucionales” paralelas del Eurosistema hacia Italia, cuyos efectos negativos podrían exceder los positivos derivados del uso del instrumento.
Es difícil decir si la gestión de la introducción del miniBOT fue torpe o astuta. Las diferentes posiciones expresadas por los diversos sujetos institucionales involucrados e integrantes en el mismo gobierno de Liga-5 Estrellas difícilmente más confusa, bordeando lo grotesco.
Y tal vez la utilidad real y futura del instrumento miniBOT podría ser precisamente arrojar luz sobre el estado actual real de la soberanía y capacidad política y económica residuales de Italia. Después de una primera fase en la que el miniBOT cumple una función de propaganda de autojustificación para un “gobierno que no se inclina ante Bruselas”, uno podría simplemente encontrarse frente a una cortina de humo que se disuelve, revelando que la realidad ha sido una puesta en escena, una payasada:
“Debemos darnos cuenta de que la propaganda, los tweets y los programas de entrevistas dicen una cosa y las acciones concretas del gobierno muestran lo contrario. Queda registrado en los documentos oficiales en inglés para la UE que NO HAN HECHO NINGUNA EXPANSIÓN FISCAL a pesar de la necesidad.
En el documento recién enviado por el gobierno a la UE: “… hemos mantenido nuestros compromisos absteniéndonos de cualquier expansión fiscal en 2018, a pesar de que la situación económica está disminuyendo inesperadamente” pág. 3 … ¿Qué los diferencia de los gobiernos de PD o Monti?”(G. Zibordi)
El gobierno que hoy propone los miniBOT debe, tarde o temprano, y en cualquier caso en la legislatura, tomar una posición definitiva y clara hacia la Eurozona, dirigiéndose finalmente a un Italexit o a la admisión del hecho de que el camino histórico y la aniquilación de la capacidad político-económica del país es tal que hace imposible la salida del régimen europeo hasta dentro de muchos años.
Mejor hubiera sido haber emitido Certificados de Crédito Fiscal, que impulsarían considerablemente la economía italiana y en base a las normas de Eurostat, a diferencia de los minibots, no tendrían la consideración de déficit ni de deuda.
Los minibots a corto plazo cambian una deuda comercial (no afecta) por otra financiera (que afecta a la deuda), impulsando escasamente la demanda y reduciría la recaudación fiscal aumentando el déficit.