Editorial Opinión

España puede

España puede en la telarana
Escrito por Redacción

En un  artículo de hace pocas fechas el conservador exministro de Hacienda alemán, Wolfgang Schäuble, de triste memoria por su intransigente posición ante la crisis griega de 2010-2012, éste se congratulaba, junto con Kenneth Rogoff de la Universidad de Harvard, el de la teoría de que había un límite a la sostenibilidad de la deuda pública en base a hojas Excel con errores, de que el sólido balance de Alemania le daba la capacidad de reaccionar con fuerza ante una crisis profunda. Por ejemplo una pandemia. Siempre distinguido por su empatía hacia los meridionales afirmaba a continuación de que en «los países en los que no se habían logrado avances suficientes en la reducción del coeficiente de endeudamiento del gobierno, las deudas adicionales relacionadas con la pandemia han impuesto una carga particularmente pesada. En cada vez más países, la deuda ha superado el PIB anual, lo que ha reducido considerablemente las posibilidades de que los gobiernos “superen” sus deudas». En otras palabras, si vive en España su Estado carecería de espacio fiscal para afrontar las consecuencias de la COVID-19.

Schäuble es el epítome de la ideología de la austeridad que ha atenazado a los países miembros de la zona euro. Pero sería un error pensar que es un caso extremo. Ante la magnitud del colapso económico causado por la COVID-19 la mayoría de los dirigentes de la zona euro reconocen que una política de austeridad como la aplicada tras la anterior crisis sería inoportuna. Eso no quiere tanto que hayan extraído las oportunas lecciones de la mala gestión anterior como que realmente el pensamiento económico dominante se ha quedado sin argumentos para justificarla. Atrapados en el límite inferior cero, donde ya no es posible reducir el tipo de interés, comprobada la insuficiencia de la expansión cuantitativa y ante la evidencia de que la iniciativa está noqueada por el colapso en la demanda, la Comisión Europea y los Gobiernos se han animado, por primera vez, a plantear una política expansiva en la forma de un planes de recuperación y resiliencia (Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia o PRTR en el caso de España, PRNR en el caso de Italia).

Algo está cambiando entre los economistas mainstream y los altos funcionarios de los organismos multilaterales que empiezan. Comprenden que el paradigma dominante ya no sirve pero utilizan un timón rígido y de respuesta tardía que solo permite cambios graduales y rezagados. Pero el cambio cultural es lento. Nuestros dirigentes no están intelectualmente preparados para gestionar una situación catastrófica sino el mundo ideal de la economía neoclásica que no suele aventurarse mucho más allá del equilibrio.

En el fondo los dirigentes españoles y europeos concuerdan con Schäuble. Piensan que los estados están constreñidos por la sostenibilidad de su deuda pública. Solo el pueblo alemán, gracias a un mercantilismo percibido como virtud por el pensamiento mainstream, puede disfrutar de una política fiscal expansiva. Los demás países miembros tendrán que navegar entre la Escila de la depresión perpetua y la Caribdis del peligroso endeudamiento; y eso pese al compromiso del BCE de apoyar la deuda pública de nuestros estados…por el momento. El temor no está enteramente injustificado para unos estados que tiraron por la borda su soberanía monetaria hace décadas y que dependen de que la buena voluntad del BCE se prolongue más allá de la recuperación económica de Alemania.

Mientras tanto los millones que “llegarán de Bruselas” como parte del programa NGEU se deshinchan como un globo y no terminan de llegar. El temor a la deuda explica la timidez del tamaño de los fondos Next Generation EU y del PRTR español. La recaída de nuestra economía en la recesión durante el primer trimestre, certificada por el INE la semana pasada (0,5% de caída en volumen respecto al cuarto trimestre y 4,3% respecto al mismo trimestre del año anterior) revelan la seriedad de la situación creada por una mala gestión de la pandemia. La ministra Yolanda Díaz se congratulaba la semana pasada de que, ante la pérdida de 137.000 puestos de trabajo, el paro no hubiese aumentado. Se le olvidó confesar que el INE había metido a muchas de estas personas desempleadas bajo la alfombra del colectivo de personas inactivas. Luego se unió a las manifestaciones del primero de mayo donde fue acogida con aplausos y expresiones de gratitud.

Aunque los fondos no terminan de llegar el Gobierno se dedica a generar expectativas liberando información sobre el PRTR  en pequeñas dosis. La decepción podría ser tan grande como la expectativa que se ha despertado. Lo que nos está llegando desde luego no nos está ilusionando demasiado. El documento presentado por el Gobierno, con el lema “España puede” demuestra que el Gobierno camina con excesivo recelo hacia la senda de la política expansiva, si es que algún día se anima a emprenderla.

Atrapado en su tela de araña de objetivos de déficit y temores a la futura ira de las autoridades europeas la inacción del Gobierno se reflejó en una nueva caída del PIB español durante el primer trimestre de 0,5% respecto al trimestre anterior y 4,3% respecto al mismo período del año anterior. De hecho la respuesta de la ministra Montero ante los malos datos del trimestre, fue revisar al alza su estimación de déficit, no su objetivo de creación de empleo u otra medida conectada de alguna manera con el bienestar de la ciudadanía. Contrita por el incumplimiento Montero se comprometió a ir reduciendo el déficit de forma paulatina en los próximos años, “como nos comprometimos al inicio de la legislatura”, para alcanzar el 3,2% del PIB en 2024, pasando por el 5% en 2022 y el 4% en 2023. “La reducción del déficit público en 2021, pasando del 10,1% al 8,4%, será la segunda mayor en la serie histórica de nuestro país”. Precisamente lo que más necesita este país en estos momentos. Empleos, viviendas, fortalecer la Sanidad Pública y otras zarandajas no la van a distraer de su misión. Ya nos había anunciado el 14 de abril que habrá plan de reequilibrio cuando se reactiven las reglas fiscales. Schäuble no andaba desencaminado.

En sonrojante contraste, el vilipendiado Reino Unido del Brexit, ya liberado del corsé institucional de la zona euro y los EEUU exhibieron tasas de crecimiento positivas. Y eso pese a que su gestión de la pandemia no fue más encomiable que la de la zona euro. Los gobiernos de estos países han entendido que su principal responsabilidad es reducir la posibilidad de una recesión profunda y prolongada. Cuanto antes se recupere la economía de la recesión menor será el daño para las empresas y los trabajadores. Siempre es preferible errar por exceso que por defecto en la ejecución de políticas fiscales expansivas. Las cicatrices que deja pecar por un exceso de timidez siempre serán peores y más difíciles de corregir.

No sabemos si Montero habría sido un buen médico pero como ministra de Hacienda no tiene precio. De lo que estamos seguros es que entre desperdiciar citotóxicos en el tratamiento de un cáncer o aplicar una quimioterapia eficaz habría optado siempre por la primera opción. Este es el contexto en el que esta semana analizamos dentro de nuestra iniciativa Lost Generation EU el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia: un plan que llega tarde y es claramente insuficiente.

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